Críticas de Cine. 'Manchester frente al mar': la mirada de un hombre roto

Póster de 'Manchester frente al mar'

Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció.

Es difícil contar una historia tan profundamente emotiva sin exaltar, en un momento u otro, la búsqueda del efecto que haga mella en el espectador, explotando la propensión a la lágrima como arma.

En 'Manchester frente al mar', un dramón con todas las letras, el exquisito y minimalista Kenneth Lonergan  huye del camino fácil, y explota la carga de profundidad dramática de la cinta desde la elegancia, la sobriedad, el realismo y la construcción cuidada  de todos y cada uno de sus personajes.

No hay giros imposibles, ni finales felices, ni redenciones a la carta que veamos venir a kilómetros.

El mejor papel en la variada (y fructífera) carrera de Casey Affleck se cimenta bajo la mirada de un hombre roto, hastiado de una vida que le dio y le quitó todo.
Una existencia que, diariamente, se construye bajo la culpabilidad del que no debería seguir vivo, del que siente que cada segundo que su respiración remueve el aire, es una espina clavada en su corazón hecho pedazos.

En 'Manchester frente al mar', la absurda realidad cotidiana se muestra tal cual es. Las relaciones interpersonales de Lee Chandler y el mundo que le rodea son tan creíbles, honestas y sentidas que es imposible no conectar (aunque al hacerlo sintamos la desolación de este pobre hombre) con él, preguntándonos una y otra vez si realmente verá la luz al final del túnel.

Hay heridas en la vida, que no curan.

Pérdidas irremplazables, que el tiempo solo matiza, sepulta, difumina hasta crear una realidad donde sentirnos menos destrozados, apaleados y permanentemente heridos.

Las pequeñas victorias, los tímidos pasitos hacia delante nos demuestran que Lonergan sabe muy bien cómo respiran los verdaderos seres humanos, tanto dentro como fuera de la gran pantalla.

'Manchester frente al mar' es una obra maestra, difícil de digerir por su condición de inapelable baño de realidad.

Pero si aguantamos el tipo y nos entregamos al viaje desde la oscuridad al claroscuro del protagonista, no encontraremos en la cartelera ninguna propuesta mejor en su género.

Ninguna más lúcida, honesta, entregada, desnuda, conmovedora y bella en su simplicidad arrolladora.

Con cada microexpresión del taciturno Affleck; con la amargura teñida de azul en sus ojos; con el humor sutil y desencantado; con la ira y la rabia siempre en conflicto, 'Manchester frente al mar' se hace tan grande y compleja como la vida misma, tan rebosante de virtudes y defectos, como un cielo tachonado de estrellas.

Un desgarrador canto a los recovecos de la vida, que se escucha y se siente despacio, con la quietud serena de un susurro de dolor y pérdida... pero también amor y esperanza.

Lo mejor: Casey Affleck y su sublime interpretación.


Lo peor: para llevarla en el corazón, hay que entregarse a un viaje difícil.

Por: Eduardo Bonafonte Serrano.

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